sábado, 18 de febrero de 2017

Bienvenido al mundo Gabriel

El día 1 de febrero de 2017 nació el pequeño Gabriel, el deseado y esperado pequeño que había llevado en mi ser durante 38 semanas. Os cuento cómo fue mi experiencia tal día...
Ese día, ingresé en el hospital Vithas La Salud a las 8 de la mañana para comenzar la inducción al parto. Cuando salimos de la casa, yo miré al pasillo, me santigüé y dije "allá vamos". Nada me hacía pensar que todo se torcería de la forma más inverosímil...
En el hospital me llevaron a una habitación para comenzar el proceso, donde te administran oxitocina y poco a poco, el cuello comienza a borrarse y a dilatar. La matrona me exploró nada más comenzar y dijo que estaba "muy verde", y que había que esperar. Ella me rompió la bolsa, algo que me dolió bastante, y salieron litros y litros de líquido amniótico, a una temperatura bastante calentita. Eso hizo que dilatara algo más. 
El paso siguiente fue ponerme la epidural. Me bajaron al quirófano, y el anestesista me puso la epidural, la verdad que no me dolió nada y encima podía mover los pies perfectamente. Recomiendo esta medicación, te quita el dolor de las contracciones ipsofacto.
La mañana avanzaba y mi bebé estaba muy alto, por lo que no dilataba del todo. Además se unió que el bebé empezó a sufrir pues sus pulsaciones subían en la contracción, pero bajaban a 50-60 y eso ya a la ginecóloga no le gustó. Así que a las 17:30 deciden que lo mejor para el bebé sea la cesárea. Yo empecé a asumirlo, pues tanta preparación e historias, y al final cesárea... pero bueno, todo por el bebé.
Gabriel nació ese día 1 (por cierto, San Cecilio patrón de Granada, y además, fecha en la que se murió mi abuela hacía 8 años...) a las 18:12. Es una operación un poco rara, porque sacan al bebé, entró mi marido (Paco, se merece ya que diga su nombre con todas las letras), te dicen que pesa 3,930 kg y se lo lleva Paco. Yo sin gafas, lo vi como al Rey León, y me lo puso 20 segundos en mi cara. Eso es todo lo que vi a mi bebé.
Después, tocaba contraer el útero. Empezaba el declive... Allí en el quirófano, dos ginecólogas (una de ellas de la clínica privada que me había llevado durante el embarazo, Zaira), y al lado mía una amiga mía de la infancia que es pediatra, B. Aún lo recuerdo y no sé cómo voy agradecerle todo lo que hizo por mi. Pues esa contracción, consistía en unos masajes muy fuertes, que duraron casi hora y media. Yo le preguntaba a B si eso era normal, y ella me decía que ya estaban terminando. Fue eterno. Por fin, terminaron y cerraron, y me pusieron medicación para ayudar a esa contracción. Zaira me dijo que prefería que pasara la noche en Reanimación, pues había costado mucho contraer el útero. 
Allí, en Reanimación, comencé a temblar y resulta que es un efecto secundario de la anestesia y del frío del quirófano. Uf, pasaban los minutos y no paraba de temblar. Recuerdo que bajó Paco a verme y me puse muy triste de saber que no iba a ver al bebé, pero bueno, era lo que había. 
Hubo un momento que la barriga comenzó a dolerme, pero a dolerme muchísimo y empecé a encontrarme muy mal. Una de las ginecólogas que estuvo en quirófano, entró y me observó. Apretó mi abdomen y salieron por mis piernas "litros" de sangre. Ahí fue cuando la consciencia iba y venía. Algo iba mal. Todo pitaba, se escucharon gritos "avisad a Zaira", y vi a Zaira que usaba el teléfono móvil y llamaba a Concha, que es la jefa de la clínica donde yo había estado yendo en el embarazo. De nuevo estaba consciente y escuché "tensión 6-3", y me paré a pensar "uy, eso no debe ser bueno... esto quiere decir que me voy a morir". Os he de confesar que lo primero que empecé a gritar fue: "¡llamad a Paco!, ¡llamad a Paco!", porque sentía que la vida se me iba. Volví a quedar inconsciente, y de pronto abrí los ojos y vi a Concha vestida de quirófano, y dando órdenes muy agitada. Yo levanté la mano y le dije: "¡Concha, Concha, que me muero...!" Ella agarró mi mano y me respondió: "No lo voy a permitir". Yo escuchaba hablar de cómo preparar el quirófano, y unas palabras que resuenan hoy día en mi cerebro: "¡lo extirpamos ya!". Yo sabía que hablaban de mi útero... Antes de que me durmiera del todo, vi a B, mi vecina, y le dije: "¡B, que me quitan el útero... me lo quitan!", ella mi cogió la mano y me dijo: "Confía en ellas". Ahí vi la luz del quirófano y recé: "si es el final Dios, aquí estoy".
Por lo que me han contado, Paco, las doctoras, y demás, me quitaron el útero en menos de 3 minutos, porque me estaba desangrando, sufriendo lo que se conoce como atonía uterina y esta solución tan trágica y drástica la tomó Concha, pues era el útero o mi vida. Tras extirpar el útero había que parar la hemorragia, pues todo empezaba a sangrar. También me quitó una trompa, pero dejó los ovarios y un poco de cuello. La complicación vino después, puesto que al haber perdido tanta sangre, los factores de coagulación se fueron al traste. Sufrí una CID (Coagulación Intravascular Diseminada), y comenzaron a transferirme sangre. Por lo que he leído, es la complicación más grave que se puede sufrir... así que todo pendía de un hilo. Allí lograron estabilizarme, pero Concha habló con Paco y decidieron trasladarme al Virgen de las Nieves, a la UCI, pues allí los servicios de hemodinámica son más potentes. Así que a las 2 de la madrugada del día 2, me trasladaron en una ambulancia de críticos, intubada y sedada. Paco tuvo que llamar a la familia para informar de esta nefasta noticia, y todos estuvieron a su lado: su hermano y mi cuñada, su hermana y mi cuñado, y mis padres. Mis hermanos fueron avisados pero justo esa noche apagaron los móviles, y fíjate, el destino quiso que esa noche ocurriera esto tan grave. Mis padres, me esperaban en la puerta del hospital a que llegara yo en ambulancia y Paco advirtió a mi madre que yo venía en unas condiciones un poco delicadas, pero ella quiso verme. Ya en la UCI comenzaron a trabajar en estabilizarme, transferiendome plasma sanguíneo. Así pasó la noche. Noche fatídica...
Por la mañana, yo me desperté a eso de las 12, y me vi rodeada de muchos médicos, enfermeras, y máquinas, y un médico me dijo: "está usted en la UCI del Virgen de las Nieves". Mi cerebro colapsó, pues yo me dormí en La Salud... La médico internista habló conmigo y me explicó todo el proceso: "has sufrido algo muy grave y casi te perdemos, pero hemos logrado que remontes y poco a poco, las analíticas están mejor". Yo me observé, tenía como 5 vías (en el cuello, en la femoral, en las manos...), y un tubo en la garganta que no me dejaba respirar. Yo les señalaba que me lo quitaran, pero me decían que me esperara... empecé a vomitar y eso fue peor... pues me aspiraban con otro tubo... 
Por fin, me quitaron el tubo y me pusieron una mascarilla de oxígeno. Llegó la hora de las visitas, y entraron Paco y mi madre. Me puse a llorar, pues pensé que nunca volvería a verlos... Paco entre lágrimas, me explicó todo y que tuvieron que extirpar el útero, porque fue una decisión a vida o muerte. Yo me hundí... se acababan tantos sueños de formar una familia con varios hijos y de poder dar hermnos/as a mi pequeño Gabi. Él me enseñó la foto de Gabi, y yo me puse a llorar. Mi bebé, el que había acariciado en mi barriga, estaba lejos de mi, en otro hospital, y ni siquiera sabía quién era yo. Ni piel con piel, ni nada... no dio tiempo a nada. Recuerdo que mi madre se salió y entró mi hermano mayor, y me dijo que intentara dejar la mente en blanco, que no pensara. Paco me confesó que pasó mucho miedo, pues se veía sólo con Gabi... pero por suerte, había sobrevivido.
Cuando se marcharon, no quise ni tener mis gafas ni mi móvil. Quería estar absorta en el mundo, y no ver nada de aquel horrible lugar que parecía un búnker de guerra. Os confieso que pasaban las horas, y para mi era como si no pasaran... dos días estuve allí en la UCI. Entraron a verme en la siguiente visita mi hermano A, que me trajo dos fotos de Gabi para que al menos tuviera a mi bebé cerca, y también entró mi padre, que recuerdo que me daba besos en las manos. En mi mente tenía a mi hermana, que no podía venir hasta el viernes, pero mi hermano A la llamó por teléfono y escuché su voz. Fue como reconocer que estaba viva. 
En otra visita, me pusieron en video a mi pequeño, pero es que no podía ver nada con la mascarilla de oxígeno. 
Allí en la UCI, me visitaron las doctoras, Concha y Zaira, y me explicaron toda la intervención. Había sido muy muy grave, y mi vida iba a cambiar a no tener regla y no poder tener más hijos. Qué difícil es escribir estas palabras para mí, parecen como puñales que se clavan...
Tras permanecer allí casi 48 horas, me iban a trasladar a planta y Paco logró que me llevaran a maternidad, para poder estar allí con mi bebé en una cunita. Mi bebé había sido cuidado por toda mi familia y la familia de Paco, en especial mi cuñada M, que también le debo tanto...
Me llevaron a maternidad en una camilla, y me acompañaba mi hermano mayor. Estaba en la habitación, esperando a que trajeran a mi bebé. Una espera que ya eran escasos minutos, pero que me parecieron eternos. Mi hermana apareció con la cámara del iphone grabando aquel momento que permanecerá en mi retina para siempre. Paco iba detrás con Gabriel en brazos y me lo puso en mi pecho. Yo le decía: "hola Gabi, ¿te acuerdas de mi? soy tu mamá". Lágrimas caían por mis mejillas al ver que por fin podía abrazarlo y quererlo de aquí a la eternidad.
Al quedarnos solos, no dejaba de mirar cómo Paco le daba el biberón y lo cuidaba, porque ahí estuvo su papá día y noche mientras su mamá luchaba por vivir. 
No sabía si podría darle el pecho, pues estaba muy muy débil... pero como aún no me había subido, esperamos a ver si al día siguiente estaría mejor.
Mi amiga P vino a verme, mi familia, amigos, un montón de gente que hace que te des cuenta que te quieren mucho. Mis amigas M, L, N, que están fuera escribiéndome para ver qué tal estaba.
Gracias a mi amiga P, me explicó cómo ponerme a Gabi en el pecho, y esa succión nunca la olvidaré, no por tierna (en cierta medida) sino por un dolor indescriptible. Ella me dijo "duele mucho, quien diga lo contrario, miente", y llevaba toda la razón del mundo, pues hoy día aún me duele la primera succión del peque.
Al día siguiente, me quitaron casi todos los "cables" que tenía y el drenaje, y por primera vez en días, me puse de pie. Me temblaban las piernas, pero conseguí llegar al sillón. Mi hermana y mi madre vinieron a bañarme, porque cuando estás en el hospital echas de menos poder darte una ducha tranquilamente...
Una enfermera me preguntó por lo de dar el pecho, pero le dije que no me había subido y no sabíamos muy bien cómo hacer. Ella me dijo cómo masajear el pecho antes, y me apreté el pecho, y sorprendentemente salió una gota amarilla, el famoso calostro. Yo me puse a llorar, y ella se emocionó de verme a mi. Qué momentos. A partir de ahí, me ponía a Gabi en el pecho, y comenzó a querer sólo mi leche, y hasta hoy que sigue mamando del pecho. Un logro, la verdad, pero con ayuda de Paco siempre.
El lunes 6, me dieron el alta, y por fin, volvíamos a casa. Los tres. A partir de ahora seremos tres para siempre. 

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