viernes, 18 de marzo de 2016

Día negro: se para

Nada es para siempre. Esa frase aún la tengo grabada a fuego desde que la escuché en una canción de Luis Fonsi, y es la pura realidad. La felicidad es un momento etéreo que se esfuma tras haberlo vivido. Yo era muy feliz, éramos las personas más felices del mundo, pero aquel día nefasto llegó a nuestra vida.
Tenía cita en reproducción asistida para la ecografía última antes de darnos el alta allí, en su departamento. Como mi marido salía de guardia, no le daba tiempo a llegar, así que le dije a mi madre que viniera conmigo, pues sería una ecografía rápida y luego yo volvería a Almería para incorporarme al trabajo. Nada más lejos de la realidad...
Estaba tan contenta, al tumbarme para ver cómo había crecido "loctite", pero la cara de la ginecóloga, que curiosamente fue la que me hizo la transferencia, fue cambiando, y se puso muy seria. Y dijo "se ha parado". Aún hoy día hace eco esa frase en mi cabeza, una y otra vez. Añadió: "no ha crecido y se ha parado. Hay que hacer legrado esta tarde". 
Os prometo que el primer pensamiento que pasó por mi cabeza fue "¿otra vez todo? ¿otra vez volver a empezar? no puede ser" y acto seguido me pellizcaba. Yo le decía como idiota a la médica "pero si escuchamos su corazón, estaba ahí"...
"Es una pesadilla, estoy a punto de despertarme, seguro que va a sonar la alarma" Pero era real, no era un sueño. Recuerdo a mi madre al lado de la camilla, mirándome y dándome besos, pues la pobre no esperaba encontrarse este escenario tan negro. 
Rompí a llorar, y no paraba. No había consuelo. Lo peor estaba por llegar.
La doctora empezó a hablarme de legrado, de ingresarme... yo la interrumpí y le dije que mejor al día siguiente, porque tenía que avisar a mi marido para que volviera a Granada y no se quedara en Almería. Me dio la orden de ingreso y me decía que lo bueno era que ya se había implantado una vez y que podría volver a pasar, pero yo no podía escuchar nada. Sólo silencio, llanto y mi madre diciéndome que a la siguiente.
Ahora venía lo peor: llamar por teléfono a mi marido que iba conduciendo y tenía que explicarle que ya no había nada, que se había parado y que me hacían el legrado al día siguiente.
Cogí el teléfono y con el dedo tembloroso marqué. Un tono, dos tonos... "dime" respondió, pero no podía casi respirar, le dije: "salte de la carretera y hablamos". Él, por el tono de mi voz, sabía que pasaba algo, y me dijo "se ha parado, ¿verdad?". Ese sí que dije, me rompió el corazón en mil pedazos y sentí el dolor. Mi cerebro se quedó en shock y no podía respirar. Sentadas en unas sillas de un pasillo, esperamos a que me calmara para poder coger el coche y volver a casa de mi madre a esperar a mi marido allí. 
Le dije a mi hermana que se había parado, y que todo se había terminado. Imagino que lo que ella sintió fue un dolor compartido conmigo, pues sé que me quiere mucho.
Creo que intento recordar cómo fui desde el hospital a casa de mi madre, pero es que no recuerdo ese camino de vuelta. 
Cuando llegamos a casa de mi madre, me tumbé en la cama de mi hermana, y me puse a llorar, no quería saber nada más. Escribí esta frase en whatsapp; "mi bebé se ha parado, ya no hay latido". Y la envié a todos mis contactos. Recuerdo escuchar vibrar el teléfono, pero no podía mirar nada, pues las lágrimas no me dejaban ver.
Todos los amigos, familia, compañeros, escribiéndome pero no quería saber nada de nadie.
Recuerdo que mi hermano A llegó a casa de mi madre, y me abrazó. Me sentí tan triste, que él no sabía cómo consolarme. Tan sólo ese abrazo me dio unos segundos de paz y serenidad. A veces las palabras sobran, sólo un gesto puede colmar tu corazón.
Sentí el timbre, y sabía que era mi marido y cuando entró en el cuarto nos fundimos en un abrazo infinito, con un llanto desconsolado y tan profundo, que podíamos escuchar el dolor de uno y otro. 
Volvimos a nuestro piso, y nos metimos en la cama. Tan sólo llorando y maldiciendo nuestra suerte. ¿Por qué a nosotros? ¿por qué se ha parado? ¿POR QUÉ?
Pero no hay respuesta, tan sólo una asquerosa estadística que dice que ocurre en un 15% de los embarazos, y está claro, que yo estaba dentro de esa maldita cifra.
Era real. Nada es para siempre, ni siquiera la vida de mi pequeño "loctite".

No hay comentarios:

Publicar un comentario