sábado, 5 de marzo de 2016

Primera In Vitro

Cuando empiezas un tratamiento de reproducción asistida, todas las dudas y pensamientos pasan a una velocidad de la luz por tu mente: "¿saldrá bien?, ¿qué probabilidad hay de que funcione la primera vez? ¿cuántos folículos son necesarios?" y todas y cada una de estas preguntas las busqué por internet durante mil horas, os lo prometo, mil foros, calculando la probabilidad acumulada... vamos loca perdida.
Creo que esas dos semanas nos hicimos más kilómetros que el baúl de la Piquer (dicho de mi madre), puesto que cada tres días tocaba análisis de estradiol y ecografía vaginal para ver cómo iban los folículos y el endometrio, y debíamos desplazarnos de Almería a Granada. Las ecografías indicaban que tenía un buen número de folículos (en torno a 10), y que a ver qué resultado obteníamos tras la extracción.
A los diez días de comenzar los pinchazos, se programó la extracción así que había que pincharse el Cetrotide (medicación específica para evitar que se rompan los folículos) y el Ovitrelle. Otro dineral en la farmacia... bueno, a esto hay que sumar, claro está, los 8000€ que cuesta este proceso por clínica privada. ¿Cómo puede costar tantísimo dinero estos tratamientos? yo creo que es desmesurado, y no todo el mundo puede permitirse este coste. Nosotros, gracias a Dios, tenemos trabajo y conseguimos ahorrar el dinero durante meses, y pudimos pagarlo cómodamente. Pero vino a mi mente las personas que piden préstamos al banco para hacer esto, que claro puede salir bien, o puede salir mal. No hay una seguridad al 100% de éxito.
El día de la extracción, fuimos a la clínica a las 8:00 de la mañana, en ayunas. Lo que es la salud privada: nos metieron en una super habitación, con nuestro baño y me dieron la bata y todo para prepararme para el quirófano. Ahí fue cuando nos despedimos mi marido y yo, puesto que a él se lo llevaba para su "momento", más agradable que el mío seguro...
Yo me tumbé en la camilla de un quirófano de última generación, con pantalla de televisión y todo. Me ataron los pies a los estribos, y el anestesista empezó a bromear conmigo, imagino que con el fin de que me relajara. Y al segundo ya estaba dormida. Yo recuerdo despertarme en la habitación y preguntarle a mi marido: "¿qué ha pasado? ¿cuántos han salido? ¿cómo he llegado hasta aquí?". Mi marido, qué paciente es, me decía que me habían traído en una silla de ruedas, y que todo bien. Creo que hice esas preguntas como unas diez veces, jeje...
Una vez recuperada, volvimos a casa a esperar la llamada de la bióloga con los resultados obtenidos. Recuerdo que mi marido, me trajo un ramo de flores (qué bonito era) por lo valiente que había sido. Y yo pensé que no era nada, que era un paso más ¿no?
Nos llamaron y nos dijeron que habían sacado 7 óvulos, de los cuales sólo habían fecundado 5, y que el lunes nos veíamos para la transferencia.
Recuerdo que fue un palo grande, porque de 10 se habían quedado en 5. Bueno, aún había 5 para muchos intentos.
El tan ansiado lunes llegó, y lo recuerdo con cariño. Íbamos con toda la ilusión del mundo a por nuestro embrión. La bióloga nos recibió, y nos comentó que tan sólo habían sobrevivido 3 embriones: 2 de tipo A y uno de tipo B. Claramente, yo ya había previamente leído todo sobre la calificación de los embriones: A hasta D, donde A es el óptimo y el que mayor probabilidad de implantación tiene, aunque un embrión tipo D puede dar un embarazo con total normalidad.
Nos miramos mi marido y yo: "¿cuántos transferimos?" y ambos no dudamos en la respuesta: 2.
Así que, nos transfirieron dos embriones muy bonitos tipo A, y tocaba ponerse progesterona, heparina y beta-espera.

No hay comentarios:

Publicar un comentario