domingo, 6 de marzo de 2016

Segundo intento: transferencia embrión congelado

Teníamos un embrión tipo B congelado, esperando para ser transferido. Así que decidimos volver a intentarlo ¡Dios mío habían pasado 4 años desde que empezó todo!
Cuando empiezas a buscarlo, tienes tanta ilusión y tantas ganas que nunca llegas a pensar que esto se puede alargar, años (en plural y todo). Pero henos aquí, como decía Sam a Frodo en el monte del destino cuando Frodo desea no estar allí (soy muy friki del Señor de los Anillos jeje), hay que seguir en este camino tortuoso.
Fuimos a la clínica de nuestra gine preferida, y tras el largo retraso en su sala de espera, nos recibió con un abrazo. Sí, lo sé, es privada, pero no tiene porqué darte un abrazo y la verdad, se agradece. Ella me dijo que había que ir a por todas, y que estaba todo bien para la transferencia, que empezara con progesterona y que me haría ecografias periódicas para controlar el tamaño del endometrio, que es el que marca el día.
Tras de nuevo ir y venir de Almería a Granada, llegó el día de transferencia y fuimos con las mismas ganas que cuando empezó el tratamiento. Diréis que soy tonta, pero me puse unos calcetines que pensaba que me traería suerte pues tenían un osito con un globo, y todo el mundo sabe que eso trae suerte, ¿no? 
En fin, de nuevo en ese quirófano de última generación, en la camilla tumbada esperando a recibir el embrioncillo B, que se había descongelado perfectamente. La tarde de antes me llamó la bióloga para decirme que la desvitrificación (en realidad no está congelado, está vitrificado claro) había ido perfectamente y que estaba en óptimas condiciones para la transferencia. 
Así que nuestra gine nos puso la cámara para que viéramos al embrión y allá que fue a ponerlo con todo el cariño y el amor del mundo en mi cunita. ¡qué sensación más rara saber que ya estaba dentro de mi! 
Progesterona, heparina y de nuevo segunda beta-espera.

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