domingo, 13 de marzo de 2016

Extracción

Después de tantos años, allí estábamos en maternidad para la extracción. Llegamos a las 8:30 como nos dijeron, y subimos a la segunda planta. Había otra pareja ya allí, en una sala de espera. Yo vi a la chica coger el camisón (horrible, por cierto) y la bata, así que hice lo mismo. 
La enfermera entró y me nombró, y me dio un valium y un analgésico. Así que intuí que esto iba a ser doloroso, pero la verdad que iba muy mentalizada a esto. 
Empezaron a llegar más parejas, y todas allí sentadas con el camisón ese feo, esperando nuestro turno. 
Entró una bióloga y era la que llamaba a los hombres para la muestra de semen. Así que a mi marido también le tocó su turno de "mal rato" para recogida de los bichitos bonitos y preciosos. Cuando llegó me dijo que era un baño normal, y que era el mismo para todos, que entraba uno, y cuando salía, llamaban a otro. Es mejor no pararse mucho a pensar en esto...
Y llegó mi turno. Mi nombre y apellidos en voz alta, y allá que me levanté ya medio mareada, de la mano de la enfermera. Me tumbé en la camilla y los pies en los estribos. Y el ginecólogo, parecía simpático, y empezó a hablarme de otras cosas. Introdujo el aparato para la extracción, y comenzó la aspiración de los folículos.
No os lo creeréis pero el ginecólogo me preguntó si quería ver la pantalla donde iba aspirando los folículos, y mi mente curiosa dijo "sí", así que giró un poco la pantalla y era algo espectacular ver esa zona oscura como de pronto desaparecía. Y no os lo negaré, duele muchísimo, un dolor intenso. Pero claro, tienes que aguantar, no queda otra. Yo recé mucho, mi fe en muchos momentos me ayuda a avanzar y a seguir. Y en esta ocasión, fue así.
Y en todo el proceso, el ginecólogo quería saber lo que había estudiado. "Ingeniería Química", y ya empezó una especie de conversación que fue cuanto menos curiosa. Dónde trabajaba, qué hacía, etc. Cuando le dije donde trabajaba, claro, esa empresa se dedica a fabricar encimeras de cocina y quería saber el proceso. Yo ahí, medio muriendo, drogada, explicando el proceso de fabricación, sí, fue surrealista.
En fin, el proceso terminó y había que esperar 30 minutos antes de irnos, hasta que yo estuviera recuperada y que ya nos llamarían al día siguiente para ver cuántos habían fecundado.
Salimos del hospital y diréis, se fueron a casa. No, hicimos una "paradiña" (como dice mi amiga gallega) a comer un café con churros. No hay nada que anime más que un café recién hecho y unos buenos churros. 
Así que a esperar en casita, recuperándome del dolor tan grande que había pasado.
Al día siguiente, sonó el teléfono y la bióloga nos dijo que habían fecundado 10. Aún recuerdo el salto que pegamos los dos del sofá al enterarnos. 
Era el momento de mantener la calma, y de ir en dos días para la transferencia.

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