miércoles, 16 de marzo de 2016

Transferencia y ...TERCERA BETA ESPERA

Llegó el momento de la transferencia. Nos dijeron que estuviéramos en el hospital sobre las 8:45 de la mañana, y nosotros allí como un clavo a las 8:30, por si acaso hubiera algo de tráfico.
Esperamos a que apareciera la enfermera, pero quien apareció fue la bióloga. Se veía una chica amable y maja, así que fuimos detrás de ella. Recuerdo que nos metió en una habitación y tenía el pulso en la garganta, notaba como mi corazón iba a mil por hora esperando que nos diera las noticias que tuviera para nosotros.
Empezó a hablar, y nos dijo: "estoy muy contenta, de los 10, han sobrevivido 5 embriones, aunque hay uno que parece que no va bien. Tenéis dos A y dos C". Yo pensé, "¿dónde está la buena noticia si ha dicho que sólo hay 4 de 10?", en fin, yo como siempre lo negativo y haciendo mil cuentas para mí...
Además, ella nos propuso ponernos un sólo embrión, porque tenía muchas posibilidades de que se implantara. Yo le pregunté que cuál era la probabilidad, bajo su experiencia y criterio, y ella nos dijo que la misma que una pareja de 20 años que no toma precauciones, así que firmamos un embrión.
Así que después, entré en la sala para la transferencia con la batita esa tan mona que te dan, y vi a la doctora, que se llama Barbara, y fue la que me puso el embrioncito en el útero. Respiré y recé, no os lo voy a negar, recé con todas mis fuerzas para que se quedara conmigo.
Me dieron la pauta de la progesterona y la heparina, y a casa a descansar y esperar la BETAESPERA. Otra vez esperar sin saber qué va a pasar. Es la incertidumbre la que me mataba...
Esos días los pasamos en casa, y luego yo volví al trabajo intentando ocupar la mente en algo que sabes que por mucho que lo intentes, no se va de tus pensamientos.
Yo sentía algo de asco por las noches, pero leía que podía ser de la progesterona, así que nada de ilusiones estúpidas, y a pensar que ya quedaba poco para los resultados.
Y claro, el tiempo avanza, no se puede parar, y llegó el día de la beta. Nerviosa no, lo siguiente. De nuevo ese grito: "¡Mujeres, sangreee!", y todas en cola para que nos sacaran sangre. Me dieron un número de teléfono y me dijeron "a la 1 nos llamas". 
Eran las 9... Dios qué largo se nos hizo esas horas de espera. Dimos un paseo por el pueblo, vimos la tele, leímos... y a las 12:55 mi marido cogió el teléfono y llamó él, porque yo no podía hablar. Y os digo que la cara de mi marido se fue cambiando y vi un atisbo de sonrisa, "¿lo hemos conseguido?" QUEEEEEEEEE????? Y saltamos los dos juntos en el salón durante 5 minutos una danza improvisada, que era la señal de nuestra más absoluta alegría. Llamé a mi hermana, que estaba en una reunión, y no se lo creía. Ni yo misma me creía eso.
Qué momento tan bonito vivimos, porque luego se lo dijimos a mis padres que estaban tan felices, y a mis suegros también. Mi cuñada llorando, todos emocionados. Fue indescriptible esa felicidad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario